¡Oh Santísima Virgen Maria!
Que para inspiramos una confianza sin limites,
has querido tomar el dulcísimo nombre de Madre del Perpetuo Socorro,
yo te suplico que me socorras en todo tiempo y en todo lugar,
en mis tentaciones, después de mis caídas en mis dificultades,
en todas las miserias de la vida;
y sobretodo en el trance de la muerte.
Concédeme ¡Oh amorosa Madre!
el pensamiento y la costumbre de recurrir siempre a Ti,
porque estoy cierto de que si soy fiel en invocarte, Tú serás fiel en socorrerme.
Dame, pues, esta gracia de las gracias,
la gracia de acudir a ti sin cesar, con la confianza de un hijo,
a fin de que por la virtud de mi súplica, constante,
obtenga tu perpetuo socorro y la perseverancia final.
Bendíceme ¡Oh tierna y cuidadosa madre y ruega por mí ahora
y en la hora de mi muerte. Amén.
Recopilado por
Carlos Felix
info@cfelixs.com
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